Objeto de apego. Una viñeta humorística.
- Doña Soledad, ahora es su turno -dijo la moderadora.Y con una atención exagerada, incluso sospechosa se volvió hacia la viejecita que no acababa de dormirse.
- Gracias, cariño, de hecho... eeh... no sé por dónde empezar.
- Simplemente diga lo primero que le venga a la cabeza.
- Eeh... Espero que llegaré a tiempo para comprar el conejo. El carnicero cierra a las ocho y hoy vienen a cenar mis hijitos con mis nietecitos...
- No, disculpe, quería decir, diga lo primero que le venga a la cabeza sobre el tema de hoy.
- Pero la cena es hoy... O... este... ¿cuál es el tema? Me falla la memoria... Ah, sí, claro... Entonces... ¿Cómo empezó? Eeh... Vale, ya lo sé, empezó con los dientes.
- ¿Con los dientes?
- Sí, sabés, fue lo primero que vi, ¿no es cierto? Unos dientes resplandecientes... Recuerdo que pensé: este resplandor se parece al nimbo de Nuestra Señora del Pilar... Me dio vergüenza haberlo pensado. ¡Dios sabe que no quería blasfemar! Pero esos dientes... Eran como tallados en marfil. Ni una manchita, y lo lisos que eran... Me sonreían a mí.
- Hmm... La Virgen María, los dientes... Interesante. La madre que muerde... Pero ¿cómo ha dicho? ¿Los dientes le sonreían?
- Sí, me sonreían. No podía quitar mis ojos... de los dientes.
- De acuerdo, y usted, ¿ve algo más que los ojos... es decir, que los dientes?
- Sí, sí, encima de los dientes vi un bigote negro y debajo había una barba... espesísima. Y los dientes brillaban desde la barba y el bigote, y parecía que me llamaban. Antes de ver sus ojos ya sabía que lo amaba.
- ¿Solo por sus dientes ya lo amaba?
- A ver cómo te lo explico... En sus dientes vi su alma.
- No entiendo. ¿Le pareció ver que llevaba su alma en los dientes?
- No... Esa luz... Era como si viniera del alma. Lo demás ya me sobraba. Lo conocí todo por sus dientes, ¿no es cierto? Entiendo que puede parecer raro...
- Pues sí, bastante raro. Y ¿por qué le importaban tanto sus dientes? ¿Se le ocurre algo al respecto?
- Este... ¿Conocés el dicho, “a caballo regalado, no le mirés el dentado”? Pues no me dice nada. Lo primero que haría es mirarle los dientes, a cualquier caballo, regalado o no.
- ¿Pero por qué los dientes?
- No lo sé... Mi mamá me decía: Lola, tenemos mala suerte con los dientes. Y es así, Dios nos dio un asco de dientes... Cuántas veces me los he arreglado, pero todo en vano. Torcidos y enfermos, como los de mi madre. Y todas mis hermanas los tenían iguales. Pero mis hermanos tuvieron suerte – los heredaron del padre, que en paz descanse. Desde entonces me pierden los dientes sanos y bellos. Es decir, las personas que los tienen así. Es algo que nunca he tenido. Hasta que no encontré a mi Pedro, claro...
- Espere, que se hayan casado no significa que los dientes de Pedro se hicieran de su propiedad. Él los tenía bellos y usted no.
- Sí, tenés razón, eran suyos, lo eran... También recuerdo que, cuando lo vi, pensé que iba a ser un buen padre para mis hijos. Suena absurdo pero acerté: todos nuestros hijitos salieron con las boquitas bien dentadas, ¡qué hermosura!
- Doña Soledad, todo esto de los dientes es muy curioso, digamos, pero ¿quizás usted pueda explicarnos algún otro detalle? Estoy segura que nos interesará a todas.
- Es que recuerdo poca cosa más. Han pasado tantos años... Les he contado lo más importante.
- Pero ¡seguramente pasó algo más durante su primer encuentro!
- Sabía que no me iban a entender. No debería haber venido aquí. No creo que vos me podés ayudar... Solo quería mostrarles... compartir... Ooh...
- Doña soledad, no se vaya, espere, no se preocupe, sí que la entendemos... Solamente queríamos entenderla aún mejor... Todas las aquí presentes entendemos lo más importante: lo difícil que es perder un objeto de apego... Es decir, un ser querido... Pero, ¿por qué se ríe?
- Ah no, no es nada. Es del duelo. Este... Cuando se fue... Pero sus dientes. Este objeto... este recuerdo nadie me lo quitará. Siempre los llevo conmigo.
- Claro, todas nosotras llevamos en nuestros corazones...
- No, en los corazones nada, en una cajita. Miren... ¡Qué brillo, qué hermosura! ¿Han visto alguna vez algo parecido?